Quien viaja a Namibia descubre de inmediato la gran diversidad cultural del país. Pues su población, que ronda los dos millones de habitantes, está formada por diferentes pueblos con diferentes lenguas, tradiciones y apariencia. Más del 70% de los namibios pertenecen a pueblos de piel oscura y lenguas del grupo bantú, como los ovambo y los herero. La población de khoisa, aunque menor en comparación, es la mayor de África. Otras minorías culturales son los damara, caucásicos (de origen germánico y todo boers), y personas de sangre mixta a las que se les denomina “de color”.
Los bosquimanos son descendientes directos de los recolectores de la edad de piedra nativos de África meridional y África oriental, que continuaron utilizando puntas de lanza y otros instrumentos de piedra hasta el siglo XIX. Gran parte del arte prehistórico namibio se atribuye a los bosquimanos, aunque en la actualidad ya no pintan ni graban imágenes en la roca.
Hubo un tiempo en que los bosquimanos nómadas recorrían el país en pequeños grupos que conservaban territorios ancestrales en los que encontraban refugio en cuevas situadas cerca de fuentes de agua, o construían refugios temporales con material vegetal. Poco a poco fueron expulsados de sus terrenos de caza hasta llegar a la actualidad, en que el único lugar que les queda a los bosquimanos para vivir según su modo de vida y sus creencias tradicionales es el norte del Kalahari.
Los nama son pastores. Su aspecto es muy semejante al de los bosquimanos, aunque de piel más clara y algo más altos. Ambas tribus hablan también lenguas similares que se consideran del mismo filo o grupo de lenguas en el que abunda el uso de consonantes chasqueantes y vocales atenuadas.
Los nama son guerreros y en la época precolonial, sostuvieron luchas intermitentes con los herero por el control de las tierras de pasto del centro de Namibia, enfrentamientos que continuaron durante gran parte del siglo XIX. Más adelante los nama se rebelaron dos veces contra el dominio alemán y fue durante el segundo alzamiento (de 1904 a 1907) cuando se produjo un genocidio en el que pereció más de la mitad de la población de la tribu. Entre los muertos se encontraba su más grande jefe. Como castigo por la revuelta, el gobierno colonial les confiscó las tierras.
El pueblo damara comparte lengua con los nama, pero poco más: son más altos, más robustos y de piel más oscura. Su cultura y sus creencias son también muy distintas. Se cree que sus antepasados eran negros “puros” o “auténticos” que acompañaron a los khoisan cuando llegaron a Namibia. La mayoría de los damara ya no vive en Damaraland y la costa de los esqueletos y en la actualidad se les encuentra en toda clase de lugares y contextos en la moderna Namibia. El primer ministro de Namibia y su inmediato sucesor pertenecían al pueblo damara
El pueblo ovambo estableció varios reinos en las planicies aluviales del norte de Etosha, donde aun vive la mayoría de ellos. La población es la más densa del país, unas cinco veces la media nacional, y se dedica principalmente a la agricultura de subsistencia.
Los ovambo son grandes partidarios del partido del gobierno y lideraron la lucha por la independencia de Sudáfrica. El presidente fundador de Namibia, Sam Nujoma, nació y fue criado en una aldea ovambo. En 2005 se retiró tras un periodo de tres legislaturas en el gobierno. Su sucesor, el presidente Hifikepunye Pohamba, procede también de un entorno cultural semejante.
Seguramente los herero sea el pueblo culturalmente más reconocible de Namibia. Las mujeres herero suelen llevar vestidos hasta el tobillo con escotes cerrados, cuerpos entallados y mangas largas y abullonadas, que adaptaron de la moda europea en la época victoriana, aunque en la actualidad lo consideran parte de su propia tradición cultural. Este atuendo se complementa con un tocado de tela de lados puntiagudos cuya forma simboliza los cuernos del ganado. Al igual que los masái, en África oriental, eran ganaderos nómadas cuya cultura giraba entorno al ganado. Para los herero el ganado era una herencia ancestral que debía cuidarse y criarse para las generaciones venideras, por lo que solo lo sacrificaban en ocasiones ceremoniales. Históricamente, los herero sufrieron numerosos engaños con sus tierras y su ganado, por lo que acabaron rebelándose contra el poder colonial en 1904 y fueron masacrados en la guerra que se desató. Fueron abatidos por el fuego enemigo tanto en el campo de batalla como fuera de él o murieron de sed al huir al Kalahari. Para completar la matanza, sus abrevaderos fueron envenenados. En la era moderna, algunos activistas herero, como el jefe Hosea Kutako (cuyo nombre lleva el aeropuerto internacional de Windhoek) destacaron por sus campañas en busca del apoyo de la comunidad internacional para la independencia de Namibia.
Es frecuente que quienes viajan a Namibia queden sorprendidos por la fuerte cultura germánica. La arquitectura histórica de Luderitz y Swakopmund recuerda poderosamente a la Alemania del siglo XIX. Las poblaciones del interior están llenas de edificios con cúpulas, torres, torretas, tejados picudos con ventanas con cristaleras, frontones decorados y galerías. En el desierto, no lejos de Luderitz hay una ciudad fantasma llamada Kolmanskop, toda ella construida entorno a la extracción de diamantes cuando al sudoeste del África alemana le tocó el premio gordo en 1908. En la actualidad la ciudad ha sido engullida por las dunas. En Windhoek abundan los restaurantes alemanes y, por supuesto, la cerveza “Windhoek” se fabrica con cebada malteada, lúpulo y agua, siguiendo estrictamente la Reinheitsegebot, la ley de pureza alemana de 1516.