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La extensión del gran valle del Rift es tal que puede verse desde el espacio, pero es de vuelta en la Tierra, particularmente en Kenia, que puede apreciarse en su máximo esplendor. El país alberga más de la mitad de los lagos en África y su sistema lacustre —conformado por los lagos Bogoria, Nakuru y Elementeita— ha sido declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Aquí los visitantes pueden recorrer el territorio a bordo de vehículos de safari en busca de cebras, hipopótamos, leopardos, rinocerontes y otros animales salvajes. Mucho más fáciles de avistar son los millares que flamencos que invaden algunos de estos lagos en busca de las nutritivas algas y crustáceos que proliferan en sus aguas. Estas rosadas creaturas prefieren los lagos Nakuru y Bogoria por su naturaleza alcalina, pero la mayoría de las más de 450 especies de aves que has sido registradas en la región se encuentran por doquier. Tras un largo día de safari, relájese en las aguas termales de Kekopey, las cuales, de acuerdo a los Masái, tienen propiedades curativas.
El lago Turkana, por su parte, es el lago alcalino más grande del planeta y también constituye Patrimonio Mundial. Numerosos hallazgos arqueológicos, especialmente de fósiles homínidos, le han ganado esta distinción, así como el título de “cuna de la humanidad”.